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Alerta revelación

Esta semana te estuve pensando con insistencia, vinieron a mi mente infinidad de recuerdos y sentí la necesidad de compartirte un descubrimiento: En tu infancia fuiste silente y solitaria. Tuviste pocos amigos y a falta de ellos te los imaginabas. Hablabas al viento y le ponías nombres de mujeres a tus cuadernos. Procurabas espacios y personas que te invitaban a permanecer ausente, callada. Ahora lo sé, por eso amabas pasar las tardes en el patio de doña Natalia, esa viejecita, más viejita que tus abuelas. No hablabas con ella, pero te gustaba estar a su lado, haciendo nada. Incluso llorabas si tu mamá te negaba el permiso de ir a visitarla. Tú no entiendes, vas a enfadar a la vecina, no tiene tiempo de cuidarte todos los días. Doña Natalia, sentada en su mecedora, al centro de una cocina abarrotada de utensilios de barro y peltre. Tú, sentada en el filo de la fuente, que ya no echaba agua, pero servía de pila para que el musgo colonizara cada metro cuadrado y los pájaros calmaran s

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